jueves, 13 de marzo de 2008


Viktor Bout, hombre de negocios


Juan Fernando Rodríguez Ángeles


La guerra en Afganistán en los años noventa; las guerras civiles de Liberia y Sierra Leona; el conflicto entre las FARC y el gobierno colombiano; entre la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola) y el gobierno angoleño en 1991; la guerra en Irak. Todas estas confrontaciones tienen algo en común: las armas que se utilizaron, en su gran mayoría, fueron proporcionadas por el mismo hombre, Viktor Bout.

Nacido en Turkmenistán, Viktor Vasilevich Butt, supo capitalizar la caída de la Unión Soviética. Su trabajo como agente de la KGB le brindó los contactos necesarios, y después del colapso soviético, con las bodegas militares llenas de armamento y sin ninguna vigilancia, comenzó el negocio que le daría fama mundial: vender éstas armas a grupos guerrilleros, dictadores, señores de la guerra, y gobiernos estables en todo el mundo.

Su política de no tomar partido por ninguna de las partes le permitió vender armas a todas las partes implicadas en un conflicto. Su vida fue llevada al cine con la película “El señor de la guerra”, interpretada por Nicolas Cage.

Bout logró consolidar su imperio con la creación de empresas de aviación privadas que transportaban armas a los territorios en guerra, de donde salían cargadas de materias primas que revendía en el mercado europeo. Empresas como British Gulf, Cargo Airlifts y Airline Transport fueron los pilares del negocio de Viktor.

“El mercader de la guerra”, fue arrestado la semana pasada en Tailandia. Había ido a vender un cargamento a las FARC cuando la INTERPOL lo detuvo en su hotel. Su aprehensión se logró gracias a datos encontrados en las ya famosas computadoras de Raúl Reyes, incautadas por Colombia después de atacar el campamento del guerrillero.

Paradójicamente, este hombre que brindó la materia prima para el desarrollo de los más sangrientos conflictos de finales del siglo pasado e inicios del presente, y sobre cuya conciencia recaen millones de asesinatos que indirectamente ayudó a cometer, no se encontraba en la “lista negra” de los más buscados por la justicia mundial.

Y es que si bien Bout tenía como clientes a los más terribles dictadores y señores de la guerra de los últimos años (Charles Taylor, Ahmed Massud y los talibanes); en su directorio también se encontraban instituciones humanitarias que contrataban los servicios de las aerolíneas de Víktor: la Cruz Roja, la Media Luna Roja, la ONU, la UNICEF y, mención aparte, el gobierno de los Estados Unidos,.

De esta manera, a la par de vender armas, Bout era contratado para enviar ayuda humanitaria a los territorios que él mismo había ayudado a desestabilizar. Negocio redondo. Por ejemplo, la empresa British Gulf ayudó a trasladar a los soldados franceses que intervinieron durante el genocidio en Ruanda y trabajó para el Programa Mundial de Alimentos en África y Sri Lanka, según puede leerse en su página de Internet.

Por su parte, el gobierno estadounidense requirió sus servicios en la invasión a Irak hasta 2006. Por solo 60 mil dólares el vuelo, las aerolíneas de Bout transportaban equipo militar para el ejército norteamericano. En 2004, George Bush había prohibido cualquier tipo de negocio con las empresas del ex agente.

Fue el mismo gobierno de Washington el que intervino para que no se le incluyera en la lista de los más buscados, cuando Inglaterra propuso la medida. Mientras tanto, el ejército norteamericano combatía a los talibanes en Afganistán, a quienes Bout había vendido armas en los noventa.

Se le ha acabado la suerte al mercader de la guerra, o mejor dicho la protección. Sin embargo, su detención no significa el fin de su negocio multimillonario, al igual que cualquier otra organización criminal acéfala, habrá de surgir un reemplazo. Siempre aparecen.

No hay comentarios: