miércoles, 5 de marzo de 2008


Comunicación, tecnología, cultura y mercado globalizado

Juan Fernando Rodríguez Ángeles

Era jueves por la noche y el teléfono de Jerry Jang, presidente de Yahoo, no paraba de sonar. Al otro lado de la línea, Steve Ballmer, director ejecutivo de Microsoft, ponía en marcha el plan que había ideado la compañía desde finales de 2006, comprar Yahoo. En las propias palabras de Ballmer, el objetivo de la unión del gigante del software y el de mensajería por Internet sería enfrentar mejor el reto del torbellino de éxitos de Google. Cuando Yang contestó el teléfono, el sucesor de Bill Gates le lanzó la oferta: 44 mil 600 millónes de dólares por la compañía. Después de una semana de conversaciones internas, Yahoo declinó la oferta.

Este caso ilustra perfectamente el panorama actual de los grandes conglomerados de medios. El auge de los emporios mediáticos, y la consiguiente formación de grandes fortunas, llegó de la mano con los adelantos tecnológicos. Lo que Denise de Moraes llama las “infotelecomunicaciones” no es más que la conjugación de las plataformas tecnológicas en un solo espacio, conocido como multimedia. Para Manuel Castells, la naturaleza de esta multimedia es precisamente el hipertexto que permite la convivencia de lenguajes diversos a partir de tecnologías de uso común. El Aleph borgiano en su máxima expresión.

Indudablemente, las posibilidades sociales y económicas (principalmente) que brinda este universo no podrían dejar de ser capituladas por las cabezas de los grandes holdings de medios. Esto es lo que vio Steve Ballmer y la gente de Microsoft antes de tratar de comprar Yahoo. Mientras la compañía de Bill Gates reportaba pérdidas en 2007 por 700 millones de dólares, Yahoo obtenía ganancias de 4 mil millones. Por su parte, Google, su principal competidor, reclamaba para sí la mayor parte de los 40 mil millones de dólares que se gastan anualmente en publicidad en Internet.

Es este el punto principal de toda fusión de empresas mediáticas. Entre más grandes sean las partes cohesionadas se garantiza un mayor mercado. Por ejemplo: tan solo en diciembre de 2007 los sitios de Internet propiedad de Microsoft (Hotmail, Facebook, MSN live) tuvieron 540 millones de usuarios; Yahoo con Yahoo Mail y Flickr, entre otros, reportaron 485 millones; y Google con Gmail tuvo 588 millones de usuarios. De haberse logrado la compra, Microsoft y Yahoo duplicarían, juntos, el número de usuarios de Google, lo que significa 40 mil millones de dólares adicionales.

Desafortunadamente para Ballmer y la empresa, los accionistas consideraron que la oferta era muy baja y la rechazaron. El intento frustrado de compra no es el primero que se realiza, ha habido infinidad de transacciones exitosas que han terminado con la fusión de empresas dedicadas a públicos y plataformas distintas: News Corp compra DirecTV; Time Warner se alza con las acciones de AOL (América On Line); IAC/Interactive compra Ticketmaster, etc. Cabe señalar que estas empresas, al convertirse en grandes emporios mediáticos, tienen presencia de alguna u otra manera en casi todo el mundo. Un puñado de empresas producen la totalidad de los contenidos editoriales, noticiosos y de entretenimiento (cine, música, etc) a nivel global. Estas mismas empresas se ubican dentro de las 100 mayores economías del mundo, por encima de muchos países.

Ahora bien, si los grandes holdings de la industria de la información y el entretenimiento son quienes detentan el control de los medios que transmiten la información a todo el mundo, la lógica indica que lo que se transmite son lo contenidos producidos en esos países, y por otra parte, que esos contenidos estarán influidos por la cultura del país de origen. Pero no solo se trasmiten mensajes en los medios de comunicación, la tecnología abre el camino para que marcas de compañías transnacionales se instalen en cualquier parte del mundo, llevando una parte de la cultura de origen a otras regiones.

Esta característica global de los medios ha dado pie a numerosos análisis que hablan de la posibilidad de que se esté creando una cultura de masas, con la consecuente pérdida de la cultura folclórica. Sin embargo, esta hipótesis no es del todo cierta. Pero sí es real que existe una cultura de masas que homogeiniza algunos aspectos de la vida social.

Si bien los productos mediáticos que se difunden en un país han venido a modificar algunos hábitos de consumo de los individuos, de ninguna manera pueden transformar la cultura nacional imperante.

Las compañías de medios instalan nuevos puntos de venta y con ellos sus productos que conservan la esencia cultural original, pero en todos los casos tienen que adaptarse a las características del nuevo mercado (HBO produce series con actores latinoamericanos destinadas principalmente a ese sector).

El panorama de los medios de comunicación en la actualidad obliga a un análisis profundo de las repercusiones sociales, políticas y económicas que podría acarrear el surgimiento de la multimedia. La respuesta está dentro de las características mismas de la globalización de los medios: 1) el surgimiento de conglomerados de comunicación transnacionales; 2) el impacto social de la tecnología; 3) el flujo asimétrico de los productos informativos, y 4) las variaciones y desigualdades en cuanto al acceso a las redes globales de comunicación.




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