martes, 27 de mayo de 2008


PRD: ENTRE FESTEJOS TE VEAS


Por Juan Fernando Rodríguez Ángeles

Y cuando despertaron, la fractura ya estaba ahí. Apenas el PRD abre los ojos a su juventud, abandonando la adolescencia política, cuando el conflicto postelectoral amenaza con su muerte prematura. Llega el sol azteca a su XIX aniversario, día de sentimientos agridulces, debates pragmáticos, invitaciones paradójicas a la unidad en una fiesta que se ha dividido; un partido, un aniversario, dos festejos.

En el monumento a la Revolución, a escasos metros de la Expo CANACO en Paseo de la Reforma, donde se realiza el otro festejo, el de Alejandro Encinas, Jesús Zambrano ha subido al podio. Esboza una sonrisa y saluda con la mano en alto, ¿a quién? ¿al escaso auditorio frente a él? ¿a las sillas vacías? ¿a la gente que está más atrás, en el otro escenario en donde el imitador del payaso Cepillín apenas ha terminado de cantar mientras se reparten tacos, tortas y agua a los asistentes? Oh, cruel redundancia: separar lo ya separado. En la plaza se han instalado dos foros en cada extremo del lugar: juegos, payasos y comida en uno; discursos y consignas en el otro.

“¡Chucho, Chucho, Chucho!”, gritan hombres y mujeres de amarillo a Zambrano, o quizá a otro Chucho, el de apellido Ortega que se acerca y se detiene atrás, a la izquierda del primero, que ya está frente al micrófono. Junto a él han subido Graco Ramírez, Carlos Navarrete, Camilo Valenzuela, René Arce, Guadalupe Acosta Naranjo, Martha Dalia Gastélum –apenas nombrados Presidente y Secretaria General provisionales- y una docena de personajes, entre presidentes municipales, dirigentes estatales y diputados locales que colman el escenario adornado con girasoles.

Son las 12:11 de la tarde y la gente se cubre del sol con lo que puede, gorras, sombreros, banderas y pancartas. “Bajen las banderas”, gritan los de atrás. Jesús Zambrano presenta a quienes lo acompañan, pocos aplausos para Navarrete, Graco y los demás; grandes ovaciones, aplausos de pie y gritos para Jesús Ortega y Camilo Valenzuela, que toma el micrófono.

“¿Y ese quién es?”, pregunta una señora al tiempo que el Presidente del Consejo Nacional perredista califica de “crítica” la situación en que se da el aniversario, pero trata de justificar, “Izquierda Unida de Alejandro Encinas, ha saboteado el Consejo”. Y junto a la bofetada, viene la mano tendida, la invitación a la unidad “porque por muy graves que sean nuestras contradicciones, son secundarias frente a las contradicciones entre patrióticos y vendepatrias”.

El fantasma del debate petrolero surge apenas en su discurso, pero no se materializa, una y otra vez regresa sobre sus palabras para llamar a evitar que el partido se divida, que se reconstruya. “¡Que viva el PRD, que viva México!”, grita para terminar, y la gente se despabila apenas, para gritar y de paso aplaudir a Victor Hugo Círigo y Ruth Zavaleta que han llegado tarde.

En seguida habla Acosta Naranjo. La gente lo recibe, “se ve, se siente, tenemos presidente” una, dos, tres veces. “Este es el aniversario del partido de izquierda más grande e importante de México”, les dice. Sube el tono de la voz, suda, y casi gritando lanza: “somos orgullosamente perredistas y sacaremos el partido adelante”. Sin embargo, su emoción no se contagia. Unos pocos aplausos le reconocen sus palabras y un miembro del personal de vigilancia grita “aplaudan, cabrones”. Acto seguido, la respuesta, “¡Ya, tengo hambre!”.

Habla y habla el recién nombrado por Encinas “presidente de chuchilandia”. Que una crisis de dos meses no borrará la historia de la izquierda, que si el partido saldrá unido del conflicto para abordar el debate petrolero. Mientras tanto, la gente ondea las banderas, ve al vacío, cabecea, se abanica, platica y se preguntan uno al otro: “¿Y Alejandro Encinas no va a venir?”, “¿En dónde está Andrés Manuel?”.

Como si los hubiera escuchado, Guadalupe Acosta menciona al ex candidato presidencial de pasada, casi inevitablemente, para decir que seguirán su ejemplo como el de otros personajes de la historia de México. La sola mención de López Obrador despierta al público. También a él quieren verlo, muchos despistados vinieron sólo esperando que estuviera. Benito Feliciano ha venido desde Cuajimalpa “a ver a AMLO, pero no está”. Como él, muchos.

Quien no menciona para nada al ex candidato es Jesús Ortega. Guadalupe Acosta Naranjo lo ha presentado como “nuestro candidato a la dirigencia del PRD”, olvidando la imparcialidad provisional que le exige el cargo de Presidente de partido. Gritos de “Chucho, Chucho, Chucho”, porras, ondear de banderas. De pantalón café claro y camisa amarilla, Ortega se para frente al micrófono y contempla al público atento, que lo es desde hace apenas unos minutos.

Él no llama a la unidad, invita a la reestructuración, que es lo mismo pero no es igual. Convoca a un “Congreso de refundación” y afirma que la lucha del PRD sacó al PRI de Los Pinos en el año 2000, “esa es una victoria de la izquierda”. Habla del partido como segunda fuerza política, del “fraude” del 2006 y el movimiento “en defensa del petróleo”, pero ni una sola mención al personaje que fue el protagonista de todo eso.

Del otro lado, el del público, Benito Feliciano, hombre joven y robusto, comenta por lo bajo: “Este canijo tiene la gente que AMLO jaló, el hizo todo el trabajo y ya lo hizo a un lado, además Ortega es como Calderón.” Y remata, “ya aunque sea voy a ir a que me den algo de comer”.

Jesús Ortega lleva diez minutos hablando y ya propuso cuatro acciones para realizar en los próximos días para defender a Pemex: juntar dos millones de firmas, realizar un referéndum, debatir y transmitir el mensaje. Apenas diez minutos y la gente comienza a retirarse, “a los camiones” dicen unos, “a comer” dicen otros.

Tres veces ha gritado “¡Viva el PRD!” y Jesús Ortega vuelve a su lugar, el acto político está por terminar, antes se debe cantar el Himno Nacional. Con la mano en alto, el puño cerrado o la “V” de la victoria, en el escenario y en la plaza se canta como cada quien puede. El “maestro” que dirige pierde el ritmo, olvida la letra y Carlos Navarrete mueve la mano tratando de marcar el compás. Por fin, en la última estrofa las voces se escuchan uniformes mientras cientos de globos amarillos son liberados al mismo tiempo. Si fuera tan fácil unificar así al partido…


Esta crónica fue publicada en el blog "e-joven" del periódico El Universal el 20 de mayo de 2008.

2 comentarios:

Jesús Serrano Aldape dijo...

Vaya mi Fer, hasta que le dio una manita de gato a su blog, se ve muy bien ahora, y no es tan pesado leerlo, como el anterior blog calderonista (lo siento, en verdad odiaba su aspecto y pues tengo que relacionarlo con cosas aberrantes). JAJA, pues acá estaremos leyendolo man!

El Chri Chri dijo...

jaja el otro comentario

Fernando, qué bien escribes, me gusta mucho tu blog. Ojalá que cuando estes en CNN o en Newsweek le sigas hablando a la banda. Saludo.