miércoles, 20 de febrero de 2008

No me gusta publicar cosas que no son mias, pero este artículo de Rafael Perez Gay publicado en EL UNIVERSAL el miércoles 20 de febrero me parece adecuado para la clase de Planeación Editorial, chequenlo:
Un escritor millonario
Rafael Perez Gay
Cuentan las notas de la prensa cultural inglesa que un día Ken Follet se preguntaba qué querían los lectores. Follet estaba con su amigo Hannif Kureishi, el escritor inglés de origen paquistaní, quien le respondió en un envión que cuando él escribía no se preocupaba por los lectores. Entonces Follet le dijo: “Por eso tú eres un gran escritor y yo un escritor millonario”. En ambos casos tenía razón: Kureishi ha escrito una obra notable de la que pueden destacarse libros como Intimidad, Soñar y contar, Mi oído en su corazón, y Ken Follet ha amasado una considerable fortuna producida por la venta de los 90 millones de ejemplares de sus novelas El ojo de la aguja, La isla de las tormentas, Noche sobre las aguas. En 1989, Los pilares de la tierra colapsó las librerías y le añadió varios ceros a las cuentas de míster Follet. Solamente en España, la novela ha vendido 5 millones de ejemplares y desplaza aún más de 100 mil volúmenes al año.
Follet había escrito hasta entonces novelas policiacas de gran éxito, pero un día decidió cambiar de género y de tema: “Nada ocurre como se planea. La novela Los pilares de la tierra sorprendió a mucha gente, incluso a mí mismo. Se me conocía como autor de thrillers. En el mundo editorial, cuando uno alcanza el éxito con un libro, lo inteligente es escribir algo en la misma línea una vez al año por el resto de tu vida. Los payasos no deberían tratar de interpretar el papel de Hamlet y las estrellas pop no deberían componer una sinfonía. Y yo no debería haber puesto en riesgo mi reputación escribiendo un libro impropio de mí y en exceso ambicioso”. Míster Follet está convencido de sus poderes seductores, no lo hace nada mal y logró hacerse muy rico con esa sinfonía de la Edad Media. Por desgracia no podré enterarme de si el payaso ha actuado a un gran Hamlet.
De momento, no tengo planeado leer las mil 500 páginas de Los pilares de la tierra, una novela ubicada en Kingsbridge, un pueblo inglés imaginario, durante la construcción de una catedral entre los años 1135 y 1174. Tampoco leeré la secuela contenida en Un mundo sin fin, mil hojas ambientadas en el mismo pueblo inglés dos siglos después de la construcción del gran templo gótico. Una catedral, un priorato, una historia de amor y el telón de fondo de la peste negra que devastó Europa han vendido más de un millón de ejemplares en cinco meses. Tengo el paladar escaldado, soy prejuicioso y ni loco voy a ponerme a leer las 2 mil 600 páginas de ambas novelas, me es materialmente imposible. En la historia de la literatura siempre ha habido best sellers, tramas que cautivan al gran público, pero ante un fenómeno como Ken Follet (o Rowling y su Harry Potter) en una época en que la cultura de la imagen derrota a la letra impresa, uno debe preguntarse si ha cambiado algo sustancial en el mercado de los libros.
Fernando Escalante Gonzalbo es el autor de un ensayo magnífico que intenta responder a esa pregunta: A la sombra de los libros. Lectura, mercado y vida pública (Colegio de México, 2007). Escalante afirma que “en los últimos 20 o 30 años se ha producido en todo el mundo una concentración extraordinaria de la industria editorial: la mayor parte del mercado global pertenece a ocho o 10 empresas, integradas en grupos que tienen también periódicos, revistas, productoras de cine, discográficas, cadenas de radio y televisión. El negocio de los libros se ha vuelto un gran negocio, incorporado a la industria del espectáculo. Y eso tiene consecuencias sobre el tipo de libros que se publican y sobre el modo en que se venden, sobre las librerías y las prácticas de lectura”.
Hay en este asunto una buena noticia y una mala. Primero la buena: la venta de 90 millones de ejemplares le trae vientos optimistas a la industria del libro en el mundo; la mala: cada vez le será más difícil al público diferenciar entre la buena y la mala literatura pues se han impuesto las letras masivas, los tirajes industriales y los escritores que se vuelven millonarios de la noche a la mañana con la historia de una catedral gótica.

Escritor

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