martes, 5 de mayo de 2009

En el lugar del no pasa nada

Juan Fernando Rodríguez Ángeles

La iglesia de San Antonio de Padua está a reventar; hay una boda. Un día antes, la Arquidiócesis del estado de Hidalgo anunciaba la suspensión de las celebraciones religiosas en todo el estado por la epidemia de influenza; pero en la pequeña iglesia de Mixquiahuala, municipio ubicado a 60 kilómetros de la ciudad de Pachuca, en pleno Valle del Mezquital, la medida pasa inadvertida.

“Nada más dejen un poco de espacio”, advirtió el padre Alfredo Campos al inicio de la misa; media hora después la gente satura los pasillos y la puerta de entrada. Afuera, en el centro del municipio, la vida sigue su curso cotidiano, ajeno a la epidemia.

El estado de Hidalgo es el cuarto estado con mayor número de contagios por el virus de influenza AH1N1. La Secretaría de Salud estatal dio a conocer que son 27 los casos registrados en el estado, ubicándose por debajo del Distrito Federal, el Estado de México y San Luis Potosí.

Pero en esta región hidalguense la contingencia no se advierte. Los locales de comida lucen llenos, mientras los bares y antros de la región trabajan normalmente.

La clínica del IMSS municipal está semi vacía, y los pocos pacientes que acuden a consulta no usan cubrebocas como tampoco lo hace la gente en las calles. “Yo vengo a ver al doctor porque me toca consulta” refiere Azucena, embarazada de cinco meses. “¿Y el tapabocas? No pues con este calor quién lo va a usar”.

Son pocos los signos de la epidemia: la televisora local reproduce las recomendaciones de las autoridades de salud y en las farmacias los carteles con la leyenda “Sí hay cubrebocas”, recuerdan que se vive una alerta epidemiológica.

Cerca de ahí, el municipio de Actopan fue uno de los primeros que registraron casos de influenza. Jaime Galindo, presidente municipal, ataja las preguntas sobre el nivel de alarma entre la población y refiere: “Yo creo que a nivel México hay ciudadanos que cumplen las disposiciones del gobierno y otros que no lo hacen”.

Jaime Galindo señala que la preocupación de la gente por la epidemia se refleja en el hecho de que se han comprado cinco mil tapabocas “no es mucho, pero tratamos de ayudar ahora que se acabaron”.

A media hora de Actopan el panorama es distinto. Uno de los centros turísticos más importantes de la región, la llamada “zona de balnearios” está vacía. El gobierno estatal ordenó el cierre de los 77 parques acuáticos en este puente largo.

“Las pérdidas económicas son del 100% en una época de asueto” señala José Huerta, presidente del parque acuático El Tephé, el más grande de la zona.
En el balneario las labores no se han suspendido. Todos los trabajadores acuden en su horario normal, “pero lo único que hacemos el lavar la alberca. Todos siguen trabajando porque nos comprometimos a pagarles como siempre”, apunta Huerta.

El presidente del parque evita mencionar el monto aproximado de las pérdidas; pero se muestra resignado “ni modo, tenemos que esperar a lo que diga la Secretaría de Salud. ¿Y si el rebote de la epidemia se llega a dar en las vacaciones de julio? Híjole, ojalá no, si no imagínese”.

José Huerta confía en que con la epidemia se vaya el temor de la gente a visitar lugares concurridos. “Esperamos que a la gente no le de miedo venir a los parques. Les garantizamos que cumplimos con las normas para evitar un contagio”. Pero en la región, el temor parece ya haberse olvidado.

3 comentarios:

Kuroi Tsuki dijo...

Interesante fenomeno, hace reflexionar en varias cosas, una de ellas es la despreocupacion en las pequeñas poblaciones en contraste con el aparente terror de las capitales de los estados. Eso o al menos pensaron (como en un publo que visito seguido) "aqui no pasa ni el diablo, la enfermedad menos".

El Chri Chri dijo...

jajaja el otro comentario, pero sí, qué interesante, y qué buen texto, Fer, un saludo.

Christian

El Chri Chri dijo...

te agregaré a los blogs que sigo