lunes, 22 de septiembre de 2008

BEATRIZ


Otra vez no llegó.

Beatriz lo había esperado en la misma iglesia de siempre,

a la hora acordada,

con el corazón acalambrado de nervios y los ojos dulces que se negaban a perder su fulgor.

Al final,

cuando la ansiedad se tornó en desilusión,

Beatriz salió de la iglesia con el corazón agonizante,

su vestido de novia raído por el tiempo y la manada de perros que la acompañaban en

su ritual diario de hacía más de medio siglo.


Juan Fernando Rodríguez Ángeles

1 comentario:

El Chri Chri dijo...

Fer, cada entrada que leo mientras muevo el mouse hacia abajo me hago más fan