BEATRIZ
Otra vez no llegó.
Beatriz lo había esperado en la misma iglesia de siempre,
a la hora acordada,
con el corazón acalambrado de nervios y los ojos dulces que se negaban a perder su fulgor.
Al final,
cuando la ansiedad se tornó en desilusión,
Beatriz salió de la iglesia con el corazón agonizante,
su vestido de novia raído por el tiempo y la manada de perros que la acompañaban en
su ritual diario de hacía más de medio siglo.
Juan Fernando Rodríguez Ángeles
1 comentario:
Fer, cada entrada que leo mientras muevo el mouse hacia abajo me hago más fan
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